5. Después de los 90 vinieron los 2000

No hace falta ni explicarlo, ¿verdad? Por lógica, después de una década tan aburrida como los 90, solo podía aguardarnos algo acojonantemente divertido, ¿no? Pues no. Lo que nos esperaba a la vuelta de la esquina era una década aún más plomiza y soporífera.

Cuando yo era pequeño imaginaba el año 2000 como un tiempo donde viviríamos en otros planetas, los coches volarían, nos teletransportariamos, robots antropomorfos nos ayudarían en las tareas ingratas como limpiar la casa o acompañar a la abuela al ambulatorio, y dispararíamos con armas láser. Incluso me habría conformado solo con que en el futuro los instrumentos musicales crearan increíbles sonidos solo limitados por nuestra imaginación.

Sin embargo, ¿qué tenemos hoy? Seguimos viviendo en Móstoles, los coches actuales son reinterpretaciones de los coches antiguos (como el Mini o el 500), en la M40 continúa habiendo atascos, el único robot que tenemos es de cocina y se usa para hacer lentejas, y el láser solo sirve para operarse el astigmatismo y quitarse los pelos de la ingle y el bigote.

Los instrumentos musicales emulan los sonidos analógicos del pasado, y cuanto más antiguos y cutres suenen, mejor. Sonido vintage, lo llaman. Eso sí, tenemos internet, que nos vuelve gilipollas, y móviles que nos vuelven más gilipollas aún. ¿Es o no es para deprimirse?

5 razones para odiar los 90:

1. Grunge, indie y aburrimiento.

2. Despojos de los 80.

3. Telebasura y basura en la tele.

4. Tarantinis y efectos digitales.

Texto de…

Me llamo J. A. Olloqui, y crecí en Móstoles, al igual que otros grande escritores como Faulkner o Dostoyevski. Estudié lo suficiente para escribir sin faltas de ortografía. En la década de los 90 y del 2000 toqué con varios grupos y grabé un par de discos que espero por tu bien que no hayas tenido la desdicha de escuchar. En 2013 publiqué mi primera novela: ¡Malditos terrícolas! (Ilarión), pero como no me apetece leerla estoy esperando a que saquen la película. Amo el cine, la literatura, los cómics y la música, y por eso estoy siempre cabreado.