«Entre mi guitarra y yo»

Todo en Anthony Ocaña es música. Su mirada tierna y tímida, su hablar pausado, sus dedos finos y precisos cuando recorren con mimo las cuerdas. Su guitarra. Una extensión más de su cuerpo.

Este compositor y guitarrista hispano dominicano lleva un viaje de largos años en la búsqueda de la sonoridad de este instrumento. Desde el salón de su casa, apura su resonancia, le hace trampas a la armonía convencional, cambia la afinación a placer, percute la caja y la boca de la guitarra. Incluso le susurra. Le arranca, juguetón, sonidos imposibles. A veces entra en trance con ella, la llena de cables y multiplica con una belleza infinita sus acordes, en loops incesantes. Compone para ella, la seduce, la acaricia y nos regala una música hipnótica. Solo o en compañía de otros, como Gorka Capel, su compañero musical en escena, intérprete de guitarra eléctrica.

Nos recibe en su casa en la recta final de su más reciente composición. Ultimando la fase de mezclas.

¿Qué te inspira de la guitarra? ¿Por qué has elegido un camino poco comercial, convencional, para tu música?

Anthony Ocaña: De la guitarra me inspira el abrazo que le doy cuando la toco. Elegí mi camino por sinceridad y coherencia con mi persona.

¿Cómo incorporas tu voz y tu cuerpo a tus interpretaciones? ¿Cada concierto es un happening tuyo? ¿No te sientes a veces como un hombre orquesta?

Anthony Ocaña: Sin lugar a dudas, para poder sacar adelante todas mis ideas musicales tengo que convertirme en el sonido y, por ello, termino tocando más instrumentos y usando todas las posibilidades a mi alcance. El concierto es el lugar donde compartir todos estos pequeños descubrimientos musicales que intentan reflejar mis emociones.

«No me siento como un hombre orquesta sino como un músico que experimenta con el sonido con todo el abanico de inspiraciones posibles.»

¿Cómo sientes en el escenario cuando otro intérprete toca tus composiciones? ¿Te gusta componer para otros formatos, tríos, dúos, otros instrumentos de cuerda, viento metal, percusión…?

Anthony Ocaña: Me encanta que otros músicos interpreten mi música, pero lo que más me gusta en el mundo es subir al escenario e interpretar mi trabajo. Definitivamente, componer para agrupaciones y experimentar con otros instrumentos es una forma maravillosa de conseguir nuevos colores y llegar a nuevas fronteras de la emoción.

¿Qué quieres comunicar con tu música? ¿Qué confidencias y pasiones arrancas de la guitarra?

Anthony Ocaña: Quiero provocar emociones con el sonido, esta es una de las grandes virtudes de la música experimental. Estas emociones las robo a mi propia vida, la guitarra es un vehículo perfecto.

¿Te gusta que se etiquete tu música?

Anthony Ocaña: No. Yo nunca hice mi música como un género específico. Deseo libertad, coger lo que quiera para poder comunicar también lo que yo quiero.

¿Dónde te mueves en la escena madrileña?

Anthony Ocaña: Yo suelo tocar en salas como Clamores, en los Centros Culturales como Galileo, en museos, como el Museo del Romanticismo, en la Casa de América, en el Conservatorio, en el Círculo de Bellas Artes, en el Ateneo. ¿Y por dónde me muevo? Mi barrio es Malasaña, es muy difícil que me saquen de Malasaña para tomar una cerveza…

Pero tú no eres precisamente madrileño…

Anthony Ocaña: Yo nací en la República Dominicana. De niño me fui a vivir a Venezuela dos años, retorné. Me gradué y me fui a estudiar música a Nueva York, en el Manhattan Ville Collage. Y, cuando se cayeron las Torres Gemelas, en el 2001, me instalé en Madrid, precisamente en Malasaña.

¿Qué música escuchas?

Anthony Ocaña: Todo tipo. Me apasiona Animal Collective, Philip Glass, Leonard Cohen, Nacho Vegas, Luis Eduardo Aute, King Crimson, Radiohead, Tom Waits y cualquier música que marque una diferencia. También Schubert y Michael Nyman.

¿En qué momento estás en tu música?

Anthony Ocaña: Estoy grabando un disco en el salón de mi casa, se va a llamar In Trance, inspirado en un poema de Nelson Ricart Guerrero que se titula La luna o los ritos del amor. Es un disco sui generis, que marca emociones a través del sonido. Es el sexto trabajo discográfico de mi carrera y todos me los he producido yo. Cualquiera que quiera escuchar mi música la encuentra gratuitamente en Spotify, Youtube, i-tunes y todas las principales plataformas digitales.

Tu música acusa influencias hipnóticas…

Anthony Ocaña: Yo me crié oyendo música de los 60s y 70s. Tengo muchas influencias hipnóticas, como el Sergeant Pepper´s de los Beatles, Emerson, Lake and Palmer, Peter Gabriel y algunas canciones de Bon Iver. Estuve viendo su concierto aquí, en Madrid, hace dos años. Y aquello fue un viaje, tanto en la parte musical como la parte visual. Todo lo que sea un viaje, con o sin retorno, me interesa.

¿Te gusta trabajar con otros músicos?

Anthony Ocaña: Sí. Por supuesto.

¿Cuántas guitarras tienes?

Anthony Ocaña: Creo que cinco (risas) Tengo una “Ivánez” eléctrica, una clásica cubana “Pablo Quintana” con amplificación eléctrica, pues trabajo con loops. Una guitarra española “Melchor Rodríguez” de 10 cuerdas, mi guitarra de estudiante de 6 cuerdas y una guitarra “Connor” que heredé de mi tío cuando murió, de cuerdas de acero.

¿Es distinto interpretar y componer en España que en la República Dominicana?
Anthony Ocaña: La República Dominicana es una tierra que baila mucho. Forma parte de su tendencia natural. Solamente el hecho del escenario que nos rodea aquí y allá (los edificios, el paisaje) hace la experiencia totalmente diferente. No es lo mismo el océano que una ciudad europea con un pasado que se hace presente.

¿Se liga mucho siendo músico?
Anthony Ocaña: No tanto como la gente se supone. En el momento en el que uno se expone, le gustará más a unos y a otros no. Cuanto más te expones, más ligas.

¿Qué le dirías a tu yo de 17 años?

Anthony Ocaña: “Supéralo, que ya te vas a poner viejo pronto”.
Y… “¡levántate y anda!”…

Ya tardamos en escuchar su trabajo. Con los primeros acordes de su guitarra, ¡seguro! que entramos en trance…

Entrevista de…

Ana Wonham. Guionista y profesora de guión en RTVE, en programas como Oficios de la Cultura, El Escarabajo Verde e Imprescindibles. Vamos, los documentales de La2 que todo el mundo dice ver, y nadie ve.