Cuando Elena Rojo, crítica gastronómica de La Glotona y community manager de varios restaurantes madrileños, me regaló una invitación doble para cenar en el coreano Maru de la calle Reina, lo primero que pensé fue escribir esta reseña con adjetivos musicales. Porque, ciertamente, el Je Yuk Bo Kum era bastante shoegaze, y el Bulgogi, muy pop. Pero, por ser ella, me controlaré y trataré de hacer esta primera crítica gastronómica de The Rosillo’s Rover lo mejor que pueda. Dando, por supuesto, las gracias de antemano a Elena Rojo y Kim (dueño y cocinero del Maru) por confiar en mis capacidades para este cometido.
Hace poco que el restaurante coreano y japonés Maru cambió de ubicación, situándose ahora en la llamada “calle de los japos”, la calle Reina (justo detrás de la bulliciosa Gran Vía), en la que también podemos encontrar el Udon Noodle Bar, el Nippon 2, el Janatomo y el Dai Kichi (y creo que no me dejo ninguno).
Ciertamente, el restaurante Maru no pueda competir en estética con ninguno de los establecimientos antes citados. Y es que el Maru no es un restaurante moderno, ni hipster, ni new-age, ni sigue ninguna de las tendencias que ahora imperan en la capital – y, sobre todo, en los aledaños de su ubicación, colindante con Malasaña. Las paredes del restaurante Maru son naranjas, y están decoradas con recuerdos de las casas colgantes de Cuenca. Nada demasiado asiático, como podéis comprobar.
Eso sí, a lo que ninguno de los hipsters japos de la calle Reina gana al Maru es a acogedor. Porque es, precisamente, esta falta de pretenciosidad la que convierte a este local en algo parecido al salón de tu casa; solo que, en lugar de a tu madre en la cocina tienes a Kim, que es casi un hermano mayor, siempre dispuesto a contarte unos cuantos chistes, y en lugar del mantel de cuadros, tienes mesas presididas por la tradicional barbacoa coreana.
Con lo que tampoco pueden competir el resto de coreanos de la capital – y conste que no he estado en todos –, es a lo rico que está todo. Así, tal cual. Ya ni hablo de los sabores agridulces, ni del picante (a lágrima viva, señores, me sometió el delicioso Je Yuk Bo Kum, panceta de cerdo salteada en salsa de guindilla). No hacen falta grandilocuentes adjetivos para describir lo que cualquiera busca a la hora de salir a cenar a un restaurante, sea coreano o no, que es disfrutar de un buen plato.
La barbacoa Ansim Gui (lonchas finas de solomillo de ternera con verduras destinadas a cocinarse en la plancha y ser consumidas enrolladas en una hoja de lechuga) te hacían sentir en un rincón cualquiera de Corea (del Sur). La cerveza Sapporo puso la nota japonesa a la cena, porque el restaurante Maru también dispone, como bien reza su cartel, de platos típicos japoneses, como el maki-sushi o las tempuras. Los camareros, además, siempre están dispuestos a aconsejarte a la hora de elegir los platos, así como a enseñarte a consumirlos correctamente.
Como detalles personales del Maru, citar el coqueto estuche de madera, colocado en cada mesa, en el que podemos encontrar cubiertos y palillos de metal (al parecer, típicos de Corea). También, su divertida carta, con dibujitos de cerdos y una escueta y directa descripción de cada plato, así como su nivel de picante. Aunque quizás lo más atractivo de todo fuera su menú de noche, de 11,95 euros, en el que se podía encontrar una variada muestra de la cocina del Maru sin necesidad de gastar una fortuna.
Eso sí, para aquellos que prefieran comer a la carta, que no cunda el pánico. El precio medio se encuentra en torno a los 15 euros por persona, pero puede reducirse con suculentos descuentos online (como el que podéis encontrar en El Tenedor).
En definitiva, si lo que buscáis es reemplazar el postureo por la calidad y las buenas vibraciones que siempre ofrece una comida bien servida, pasaros por el restaurante Maru de la calle Reina. No es cool, seguramente no os sirva para presumir por el instagram, pero os hará tan feliz como a Kim, su dueño y cocinero. Y ya os digo que Kim es muy feliz.
Porque, como reza el título de La Glotona, citando a Guy de Maupassant, “la cocina es la alquimia del amor”. Y, cuando un plato se cocina con amor, maña y elementos de calidad… nada más importa, y cualquier cosa es posible. Hasta saborear el picante coreano. Y está rico, eh?
Restaurante coreano y japonés Maru.
Calle Reina, 37 (metro Gran Vía).
Menú de noche: 11,95 euros.
Precio medio por persona a la carta: 20 euros.
Me apunto el sitio. Llevo tiempo queriendo ir a un coreano, que me estoy aburriendo de ir a los mismo sitios siempre.
Un saludo
Genial, Damian!! Ya me contarás qué te parece 😉 Pásalo bien! 🙂